Los libros y el tiempo

martes, 17 de noviembre de 2009

Últimamente leo mucho. Todo tipo de cosas, libros que te recomienda la gente, que hacía mucho tiempo querías leer, autores que te gustan... Hay muchas razones por las que escoger un libro para leer. Sin embargo, ¿Son mejores las historias contadas por los libros que las relatadas por las personas?

Seguro que todos tenemos o hemos tenido un abuelo o alguien al que le encantaba contarnos historias. Estas historias no las podemos leer en ningún libro y, de alguna forma, son parte de nuestra vida, de la vida de nuestra familia. ¿Acaso no son más importantes que las aventuras del señor Holmes o que la vida de caperucita?

Es verdad, no todos nuestros familiares pueden dedicarse a escribir sus memorias. No tenemos tiempo (O nos lo quitan). El tiempo desaparece como un río que comienza su camino muy despacio pero que, sin que nos demos cuenta, acelera y empieza a agitarse hasta que se funde con una cascada. Cuando somos pequeños, el tiempo pasa despacísimo. Nos pasamos un año esperando a que lleguen las vacaciones de verano y cuando éstas llegan en realidad se nos ha pasado volando y puede que nos hayamos perdido muchas cosas.

Tal vez sea por eso por lo que últimamente leo tantos libros: Por si no me da tiempo a leérmelos después.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión Alberto. La verdad es que desde siempre, y aunque a mis primos mayores les extrañara, me ha encantado sentarme con mis respectivos abuelos y escuchar boquiabierto las historietas, recuerdos y chascarrillos que me contaban.

También es muy cierto eso que comentas de que el tiempo se va viendo de forma muy diferente conforme vas creciendo. Por ejemplo, recuerdo cuando estábamos en Primaria o incluso Prescolar, que los días se hacían eternos, los cursos parecían no acabarse nunca, y los veranos eran algo así como una "mudanza" a otro lugar. En cambio, de unos años a esta parte, siento que el reloj y las hojas del calendario pasan mucho más rápido de lo que parece y, en algunos casos, de lo que sería deseable. Por ejemplo, la Secundaria se me pasó casi sin enterarme, el Bachillerato cuando quise darme cuenta ya estaba a punto de llegar la Selectividad, y ahora ya estamos en la universidad, y, aunque parezca mentira, toda nuestra infancia, nuestros juegos y muchos de los recuerdos y personas con las que nos hemos cruzado en estos dieciocho años ya han quedado atrás...

Un abrazo y gracias por tus escritos,
Nacho