Hablando de nada

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hoy he hecho mi primera entrevista. Puede parecer una auténtica gilipollez, pero podría decirse que con ello ya soy un periodista. Al menos así lo siento. Sin embargo, lo que más me extrañó es que no estaba nervioso. Era como si llevara tanto tiempo esperando e imaginándome ese momento que cuando llegó ya sabía qué iba a pasar. Sobre los detalles de la entrevista tampoco hay mucho que destacar, a parte de los problemas internos del PCE y los rencores que un existen. Pero de eso ya hablaremos en nuestro trabajo.

Hoy la verdad es que no se de que hablaros, o más bien, de que escribiros. Ayer, a un compañero de la residencia se le planteó un problema parecido (con la diferencia de que a él le evaluaban claro). Tenía que exponer durante 5 minutos un tema. Os preguntaréis, ¿cuál? Pues esto es lo mejor. El que él quisiera. Y lo más complicado es precisamente eso, elegir el tema, porque una vez eliges el tema el resto viene seguido, solo hay que tener un poco de inspiración que la encuentras en cualquier lado.

Yo, por ejemplo, podría empezar a hablaros de mi habitación. Es una habitación doble claro, así que os hablaría de mi parte, ya que no me parece correcto invadir la privacidad de David, mi compañero. Invadir la privacidad de alguien es una cosa que me pone negro. Siempre he odiado a los malditos periodistas del corazón. Bueno, en realidad debo retractarme, por dos motivos: El primero es que no se trata de odio exactamente, solo adversión. El segundo es que la mayoría ni siquiera son periodistas. ¡Encima!

Enfin, que me parece que me salgo del tema. Como os iba diciendo, estaba describiendo mi habitación. En toda habitación existen ciertas cosas realmente necesarias como pueden ser una cama, esta la tengo, deshecha pero la tengo; también está la mesa, las baldas (llenas de tonterías y otras cosas no tan tontas como libros o una plancha), el baño, etcétera. Sin embargo, la parte esencial de la habitación es la silla. Sobretodo debido a su colocación perfecta, es decir, enfrente del portátil.

El portátil es el centro del universo del universitario. Es más, mi portátil es mi centro del universo. Todo ocurre en torno a él. Gracias a él me conecto a Internet, lo que implica que puedo contaros todas estas cosas. A parte de eso me comunico con todos mis amigos y conocidos, entre ellos muchos de los que me leéis, gracias a redes sociales o programas como messenger. Escucho música, veo videos, modifico y observo fotografías, leo mi correo electrónico, realizo trabajos para clase, incluso puedo comprar cosas. Es más, un chico de la residencia es tan adicto a ello que: ¡Ya he visto dos veces llegar un jodido camión de El Corte Inglés solamente con comida para él!

Pues nada chicos y chicas, mayores y pequeños, me despido por hoy. Y, por si no os habíais dado cuenta, no os he hablado de nada en particular. Esta ha sido mi pequeña exposición de cinco minutos. Ahora os toca poner la nota.

Muchas gracias.

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