Losing control

viernes, 27 de noviembre de 2009

Es muy sencillo perder el control. Hoy en día existen miles de formas de conseguirlo. La manera más sencilla es a base de cantidades ingentes e incontables de alcohol. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez, al fin y al cabo? Poco a poco te vas dando cuenta de que "se te sube" a la cabeza el efecto (o efectos) producidos por esta sustancia y cuando te quieres dar cuenta terminas haciendo algo de lo que te arrepientes: Destrozar algo, pegar a alguien (o que te den a ti), acabar con quien decías que no acabarías ni borracho o, quizá, no recordar nada.

La sensación de no recordar lo que hiciste la noche anterior, o al menos parte, es algo angustioso. Sientes como si te hubieran arrebatado una pequeña parte de tu vida. Seguramente no sea una parte importante, o incluso preferirías después no haber sabido que hiciste, pero es tuyo. Y a nadie le gusta que le quiten lo que es suyo. Además, no recordar lo que hiciste el día anterior, o más comúnmente la noche anterior, puede llevar a que quienes estuvieran contigo no estén dispuestos a decirte todo lo que pasó; que se reserven algo para ellos. El problema de esto no es ya solo la mentira, claro. Es que están cambiando una parte de tu vida por otra inventada. Te hacen vivir un sueño.

Lo peor de cuando ocurren estas cosas es que al decirte, generalmente tus amigos ya que seguramente en otras personas no confiarías, lo que "supuestamente" hiciste la noche anterior tú te creas una idea en tu cabeza. Esta idea ya creada genera una gran cantidad de "sub-ideas" que generan raíces en nuestro cerebro y a las que nos acostumbramos rápidamente. En alguna ocasión, nos enteramos de que lo que nos habían contado no era del todo cierto (o simplemente no ocurrió) y se nos empiezan a derrumbar esas sub-ideas prefabricadas y por las que puede que nos hubiéramos "comido la cabeza" durante largas horas volviendo al vacío inicial, pero con una diferencia notable en cuanto a la confianza de la persona que nos había mentido.

La próxima vez te lo pensarás dos veces antes de creer lo que te digan cuando no recuerdes qué hiciste.

Muchas gracias Salamanca, por ser tan preciosa.

"Yes I'm stuck in the middle with you,
And I'm wondering what it is I should do,
It's so hard to keep this smile from my face,
Losing control, yeah, I'm all over the place,
Clowns to the left of me, Jokers to the right,
Here I am, stuck in the middle with you."

Stuck in the middle with you - Stealers Wheel (fragmento)


El fantasma

jueves, 26 de noviembre de 2009

Otra vez me siento aquí a escribiros alguna cosilla. Esta vez, me temo, con mucho menos tiempo de lo normal ya que me espera un viaje. Un viaje de vuelta a casa. Volver a casa es una experiencia que, al menos a mi, me suele gustar. Cuando era más pequeño, apenas tenía que volver a casa. Más que nada, porque no salía a ningún sitio, con la excepción de los viajes familiares veraniegos. Sin embargo, el tener que cambiar de ciudad mientras el resto de tu familia y amigos se quedan atrás implica el hecho de una vuelta tras otra necesariamente.


Hoy vuelvo pero sin volver, como un fantasma que, tras ser enterrado, vuelve a su casa para observar desde la ventana los progresos de su familia, su evolución y, generalmente, se ve obligado a olvidarse de ellos y a vagar por el mundo condenado por la felicidad de su familia. Esa felicidad que tanto había querido lograr en vida, pero que implica ahora una profunda tristeza en su ser. Ese fantasma vagante puede cruzarse con nosotros en algún momento. Tal vez nos embriague de tristeza o de compasión, pero no debemos hacerle caso. Disfrutemos del momento, y ya llegará el nuestro. Nuestro momento de convertirnos en fantasmas y vagar por el mundo. Lo extraño es que, sin ser aún un fantasma, me apetezca lanzarme a la calle y vagar, sin rumbo y sin fin, con la única intención de conocer y dar la vuelta al mundo.

Un sueño o no, parece que he dado el primer paso, ahora toca continuar.


Hablando de nada

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hoy he hecho mi primera entrevista. Puede parecer una auténtica gilipollez, pero podría decirse que con ello ya soy un periodista. Al menos así lo siento. Sin embargo, lo que más me extrañó es que no estaba nervioso. Era como si llevara tanto tiempo esperando e imaginándome ese momento que cuando llegó ya sabía qué iba a pasar. Sobre los detalles de la entrevista tampoco hay mucho que destacar, a parte de los problemas internos del PCE y los rencores que un existen. Pero de eso ya hablaremos en nuestro trabajo.

Hoy la verdad es que no se de que hablaros, o más bien, de que escribiros. Ayer, a un compañero de la residencia se le planteó un problema parecido (con la diferencia de que a él le evaluaban claro). Tenía que exponer durante 5 minutos un tema. Os preguntaréis, ¿cuál? Pues esto es lo mejor. El que él quisiera. Y lo más complicado es precisamente eso, elegir el tema, porque una vez eliges el tema el resto viene seguido, solo hay que tener un poco de inspiración que la encuentras en cualquier lado.

Yo, por ejemplo, podría empezar a hablaros de mi habitación. Es una habitación doble claro, así que os hablaría de mi parte, ya que no me parece correcto invadir la privacidad de David, mi compañero. Invadir la privacidad de alguien es una cosa que me pone negro. Siempre he odiado a los malditos periodistas del corazón. Bueno, en realidad debo retractarme, por dos motivos: El primero es que no se trata de odio exactamente, solo adversión. El segundo es que la mayoría ni siquiera son periodistas. ¡Encima!

Enfin, que me parece que me salgo del tema. Como os iba diciendo, estaba describiendo mi habitación. En toda habitación existen ciertas cosas realmente necesarias como pueden ser una cama, esta la tengo, deshecha pero la tengo; también está la mesa, las baldas (llenas de tonterías y otras cosas no tan tontas como libros o una plancha), el baño, etcétera. Sin embargo, la parte esencial de la habitación es la silla. Sobretodo debido a su colocación perfecta, es decir, enfrente del portátil.

El portátil es el centro del universo del universitario. Es más, mi portátil es mi centro del universo. Todo ocurre en torno a él. Gracias a él me conecto a Internet, lo que implica que puedo contaros todas estas cosas. A parte de eso me comunico con todos mis amigos y conocidos, entre ellos muchos de los que me leéis, gracias a redes sociales o programas como messenger. Escucho música, veo videos, modifico y observo fotografías, leo mi correo electrónico, realizo trabajos para clase, incluso puedo comprar cosas. Es más, un chico de la residencia es tan adicto a ello que: ¡Ya he visto dos veces llegar un jodido camión de El Corte Inglés solamente con comida para él!

Pues nada chicos y chicas, mayores y pequeños, me despido por hoy. Y, por si no os habíais dado cuenta, no os he hablado de nada en particular. Esta ha sido mi pequeña exposición de cinco minutos. Ahora os toca poner la nota.

Muchas gracias.


El principio

martes, 24 de noviembre de 2009

No se por qué, pero esta mañana se me ocurrió una historia. Tal vez no sea una historia, sea solo una especie de premonición pero, por si acaso, os dejo aquí el principio y ya os comentaré si logro continuarla. Siento decepcionar a los que acudieran aquí en busca de más reflexiones filosóficas, de vez en cuando hay que variar los temas.

>>Daniel escuchó el sonido de la puerta cerrarse a su espalda mientras depositaba el gran manojo de llaves en la bandeja plateada. Se quitó el abrigo y lo colgó cuidadosamente en la solitaria percha que dejaban libre multitud de chaquetas y sombreros, como el que también dejó reposar en el mismo lugar que su abrigo. Cruzó el pequeño pasillo de entrada observado por las miradas perdidas de distintos personajes históricos que en algún momento le habían sido lo suficiente importantes e influyentes como para haber comprado unos retratos suyos y se detuvo frente a uno en particular.

>>Se trataba de un lienzo de muy pequeño tamaño, cubierto con un marco muy austero y con gran cantidad de polvo encima. Acercó la mano al cristal que lo recubría y la pasó por encima para retirar la suciedad. El paso de sus dedos permitió ver el rostro de una mujer. A simple vista, parecía una especie de copia de la Mona Lisa de Da Vinci pero no era así. Se trataba de una mujer desconocida. Anónima. Aunque no para él. Tal vez debiera compartir esos recuerdos con alguien, pero el simple hecho de pensarlo le provocaba dolor. Se conformaba con observar aquel lienzo una o dos veces al día para no olvidar el pasado.

>>Daniel alcanzó el pequeño salón y echó un vistazo a todo. Nada había cambiado desde la última vez. Las ventanas, con sus cortinas blancas de flores, la mesa de comedor, llena hasta arriba de papeles, cuadernos, libros y otras herramientas de trabajo, o los sillones y el pequeño sofá, donde tantas y aburridas tardes habían pasado con una lentitud pasmosa. A un lado, un viejo tocadiscos presentaba un aspecto deplorable y se asemejaba al cuerpo sin vida de un pequeño animal que, tras ser desperdiciado incluso por las aves carroñeras, había expuesto alguien como trofeo.

>>Dirigió su vista hacia ambas mesas, la de café y la de comedor, pero no encontró lo que buscaba. Giró la cabeza y descubrió la estantería. Pilas de libros desordenados llenaban los tristes estantes de una estantería que había pasado por épocas mejores. Una balda había caído sobre otra y los libros, como marineros de un titanic repleto de hojas y letras, habían ido cayendo, unos encima de otros, a un lado de la vieja estantería. En la balda superior, en cambio, no había libros. Una serie de figuritas se encontraban aleatoriamente distribuidas en una especie de caos ordenado. "Parece una representación del mundo" - pensó - "Todos diferentes, colocados de cualquier manera y luchando porque no nos ocurra lo mismo que a la balda de debajo."

>>Finalmente, se decidió por uno. Dostoievski. Crimen y castigo. Ya lo había leído, pero le parecía el momento oportuno para volver a hacerlo. Escogió su sillón preferido, se sentó y se dispuso a leer. "Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K..." Recordaba el principio. ¿Por qué no escribir los nombres? ¿Acaso nadie se daba cuenta de eso? Daniel quería conocer el lugar en el que transcurrían los hechos, pero no había nadie allí para responderle, así que continuó leyendo.


Society life - Vida en sociedad

lunes, 23 de noviembre de 2009

Hoy hemos terminado el curso de Cine y literatura, o más bien de literatura en el cine. Ahora que ya ha terminado, me he puesto a repasar las clases y a analizar un poco más a fondo lo que he aprendido. No hemos llegado a ver películas enteras (más que uno o dos cortos y porque no lo permitía la duración de las clases) ni a leer libros enteros; ni mucho menos, además cada uno tiene su propia velocidad de lectura y me temo que la mía suele ser superior (no digo que sea algo mejor ni peor, simplemente no necesitaríamos el mismo tiempo); pero, a pesar de ello, si algo he aprendido es a fijarme en los mensajes ocultos de las películas. ¿Qué nos quiere transmitir el director? ¿Se trata de una idea nueva o de algo que ya existe desde tiempos inmemoriales y que ya decían los clásicos?


Todos los días convivimos con otras personas; a no ser, claro, que nos escondamos en nuestra habitación y nos encerremos durante todo el tiempo (yo no duraría mucho ya que vivo en una habitación compartida). Si nos fijamos un poco, nos damos cuenta de que podemos percibir parte de los sentimientos de los demás, su estado de ánimo al menos. Hay personas continuamente alegres, pero cuando te fijas un poco más (o cuando las conoces mejor) te das cuenta de que es simplemente una manera de esconder sus verdaderos sentimientos. A otras les cuesta mucho expresar lo que sienten y terminan creando equívocos.

La mejor fórmula para entender al resto de la humanidad es conociéndola mejor (y esto no es una ciencia exacta, para nada) pero, eso sí, nunca generalizando, ya que nos llevaría a juzgar a las personas antes de conocerlas. Si el otro día hablaba de las señoras que me intentan quitar el sitio en el metro, eso no quiere decir que sean malas personas, aunque a algunas si que les gusta ocupar dos asientos. Es lógico, están más cómodas.

Por último, me gustaría terminar con una pequeña reflexión, para hacer pensar a la gente, nada más. Si viviéramos solos en el universo (una única persona, me refiero), duraríamos un tiempo determinado. Algunos dirán que muy poco, porque necesitamos de las personas. Otros negarán esto (inconscientemente) y afirmarán que tendremos una muerte natural. Pero yo me pregunto: ¿Cuánto tiempo duraríamos?


Inspiration

domingo, 22 de noviembre de 2009


Tras unos cuantos días ya desde que comencé a escribir este blog (con algunos días en los cuales o me olvidé o no tuve tiempo de hacerlo, más falta de tiempo que de memoria) hoy me apetece hablar de algo necesario para que exista este pequeño espacio del que soy dueño en el gran canal que es Internet.

Alguno se irá a las cosas básicas y que todo el mundo conoce y da por supuestas. Necesitas un ordenador, conexión a Internet, saber escribir, etcétera, etcétera. Pues no, lo más importante es la inspiración. Si no tienes inspiración lo único que puede salir de tu boca o de tus manos son palabras vanas, vacías de significado. Un conjunto de letras puestas gramatical y sintácticamente bien pero que no dicen nada.

La inspiración puede provenir de cualquier cosa, de cualquier lugar, de cualquier persona. Algunos admiten que tienen alguna musa que les inspira y no voy a negar que sea cierto, a mi muchas veces me inspiran algunas personas, generalmente mujeres aunque no se a que se debe. Sin embargo no siempre es la misma persona la que te genera algo por dentro que te lleva a escribir, a tocar la guitarra o a dibujar algo; por eso me parece extraño que una misma persona inspire siempre a alguien. Los buenos directores de cine, por ejemplo, cambian de musa cada cierto tiempo (pero no creo que lo decidan ellos, simplemente ocurre).

También existen una serie de objetos o cosas que pueden inspirar, más o menos, de vez en cuando. Con cosas incluyo los objetos, claro está, pero también animales, una puesta de sol, el mar o, quien sabe, hay artistas que se chutan heroína para inspirarse. Siento decepcionaros pero yo no soy uno de ellos. Por último he dicho lugares, siempre hay algún lugar concreto que nos inspira más que otros. Ya sea nuestra habitación, el autobús, la orilla del mar o el cuarto de baño.

Desde mi punto de vista, creo que depende en gran medida de cada persona que la inspiración venga por una parte o por otra. Lo que está claro es que existe y que solo hay que esperar a que aparezca en cualquier momento, en cualquier lugar, y estar dispuesto y tener la voluntad de plasmar esa inspiración en algo, en lo que en ese momento nos salga, incluso instintivamente.


Gracias por continuar leyéndome y espero que os haya servido de ayuda para daros cuenta de lo cerca que se encuentra la inspiración de todos nosotros.


P.D: Mi fotografía "The Spirit of Music", que podeis observar detenidamente en mi galeria de Flickr, ha sido seleccionada para aparecer en la novena edición de la Guía Schmap en el día de hoy. Y estoy orgulloso de ello.


The underground

viernes, 20 de noviembre de 2009

Cuando viajo en metro, sobretodo a esas horas terroríficas llamadas horas puntas (y que no me extrañaría que alguien confundiera con putas), me fijo en la gente. No se trata de algo que haga de vez en cuando o cuando me aburro. Me gusta hacerlo siempre por dos razones: La primera es que suelo llevar una hora leyendo ya en el bus y la segunda es que suele ser muy divertido, pero no solo observar sino también escuchar algunas conversaciones.

Hay muchos tipos de personas que utilizan el metro y que se repiten siempre. No con las mismas ropas, no con las mismas caras, pero iguales al fin y al cabo. El primer tipo del que hablaré es la típica señora mayor. El metro está lleno de señoras mayores y éstas tienes una serie de características típicas. La más importante es la de portar en su brazo (o brazos) una serie de bolsas y bolsos entremezclados que, sin saber como, consigue introducir por la estrecha puerta del vagón (que en esos momentos se estrecha aún más). Además de ello, las pobres mujeres tienen la necesidad de encontrar un asiento (que algún descerebrado no les cederá rápidamente) y terminan ocupando tanto el asiento cedido como la mitad (o las tres cuartas partes) del asiento de al lado que, casualmente, suele ser el tuyo. Lo que ocurre es que no nos solemos dar cuenta de que mientras "nuestra señora" ocupa nuestro asiento (que ya casi es suyo) existen unas cuantas más en el mismo vagón realizando los mismos movimientos y entrando y saliendo en cada parada.

Otro tipo de personas características de los viajes en metro son los tipos raros. Siempre hay uno por vagón, en ocasiones de mal tiempo incluso dos. ¿Cómo definiríamos a un tipo raro? Es muy sencillo darse cuenta de cual es el de nuestro vagón. Para empezar, suelen distinguirse del resto de criaturas absortas del vagón por su peinado, que suele encontrarse extrañamente peinado o recortado. Una vez hemos reconocido el peinado extraño, pasamos al atuendo vestido por el sujeto y si es lo suficiente extraño como para que nos fijemos en él y no dejemos de mirarle con los ojos saliéndose de sus cuencas hasta que nos dirige la mirada y la evitamos, es nuestro hombre.

Un último tipo de personas, y no voy a mencionar más porque me tiraría toda la tarde escribiendo (y ya llevo la mitad), serían esos grupitos de chicas, de todas las edades, que se pasan el trayecto metril marujeando sobre algún tema en concreto. Las típicas pesadas, vaya.

Pues ahí está, lo que me ha costado escribir estas pocas líneas. Es lo que tiene vivir rodeado de canarios que acuden a visitarte continuamente y solo te dejan escribir mientras duermen (en tu cama) y cuanto duermen... Me estoy planteando el alquilarle la cama a cambio de que me la haga y un módico precio. Total, no la hago nunca. Es la eterna reflexión, ¿Para qué hacer la cama si cuando te acuestes la vas a volver a deshacer?

Fin de semana frenético, uno más, eso es lo que me espera.


Las tormentas

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cuando las cosas salen bien, todos estamos contentos. Eso sí, cuando salen bien, o cuando no salen como queremos, la cosa se pone más complicada. Es más, la mayoría de veces, las cosas salen de la peor manera posible.

Os voy a contar una historia: Había una vez un hombre bastante rico cuyo hijo se encontraba estudiando letras en la Universidad de Valladolid. Al ser un mal estudiante y suspender continuamente, el padre se vio obligado a retirarle de los estudios ya que no valía para las letras y le dio un burro y un azadón para que trabajara la tierra. El chico, ya que no le gustaba para nada este esfuerzo durísimo, se escapó de casa y marchó a Madrid donde logró ganarse la vida.

Este hombre era el señor José Zorrilla, que precisamente se ganó la vida con la publicación de sus obras, entre ellas la de Don Juan Tenorio. ¿Y no valía para las letras eh?

Existen ocasiones en las que, cuando peor parece que nos van las cosas, en realidad es porque a continuación va a venir algo bueno, incluso muy bueno. Ocurre lo mismo con las tormentas: la calma que las precede no significa que a los pocos minutos no vaya a dejar de llover a cántaros.

De momento las cosas me van bien. Espero que no signifique que dentro de poco vendrá algo malo. De todas formas, yo soy optimista.


Los libros y el tiempo

martes, 17 de noviembre de 2009

Últimamente leo mucho. Todo tipo de cosas, libros que te recomienda la gente, que hacía mucho tiempo querías leer, autores que te gustan... Hay muchas razones por las que escoger un libro para leer. Sin embargo, ¿Son mejores las historias contadas por los libros que las relatadas por las personas?

Seguro que todos tenemos o hemos tenido un abuelo o alguien al que le encantaba contarnos historias. Estas historias no las podemos leer en ningún libro y, de alguna forma, son parte de nuestra vida, de la vida de nuestra familia. ¿Acaso no son más importantes que las aventuras del señor Holmes o que la vida de caperucita?

Es verdad, no todos nuestros familiares pueden dedicarse a escribir sus memorias. No tenemos tiempo (O nos lo quitan). El tiempo desaparece como un río que comienza su camino muy despacio pero que, sin que nos demos cuenta, acelera y empieza a agitarse hasta que se funde con una cascada. Cuando somos pequeños, el tiempo pasa despacísimo. Nos pasamos un año esperando a que lleguen las vacaciones de verano y cuando éstas llegan en realidad se nos ha pasado volando y puede que nos hayamos perdido muchas cosas.

Tal vez sea por eso por lo que últimamente leo tantos libros: Por si no me da tiempo a leérmelos después.


Cosas de autobús

lunes, 16 de noviembre de 2009

Otra vez me ha vuelto a pasar. Me despierto, debido a un leve hilillo de luz que traspasa las cortinas y, cuando descubro por fin dónde estoy y miro la hora, son las siete y media. O las ocho. Me he vuelto a quedar dormido otra vez.

A quién no le ha ocurrido esto. La verdad es que a mí continuamente. Pero lo peor de todo no es quedarse dormido porque llegas tarde, no. En realidad, si tuviera coche por ejemplo, podría llegar perfectamente a la clase. Pero la "amplitud" de horarios de mi línea de autobuses (tres al día) me lo impide. Conclusión, que cada vez que pierdo un maldito bus, tengo que coger el regular hasta la estación de tren y aguantar una hora más de cercanías. Sí chavales, sí, cerca de una hora y cincuenta minutos. Lo bueno de tener tanto tiempo libre (y lo malo al mismo tiempo) es que puedes hacer muchas cosas (pero no te apetece hacer ninguna).

Siempre que voy en el bus me dedico a tres tipos de cosas: La primera, y menos habitual, es la de repasar lo de la clase inmediatamente posterior (sólo apto para exámenes). La segunda consiste en leer las lecturas para la clase inmediatamente posterior a la clase inmediatamente posterior (nunca consigo terminármelas). Y la tercera y última opción consiste en coger el libro que esté leyendo en ese momento y embarcarme una vez más en otra historia, otro mundo, o incluso el mismo mundo que el mío pero a kilómetros de distancia. Conocer a personas de todo tipo y con todo tipo de pensamientos e inquietudes. Quién sabe, puede que entres en un libro y te enamores hasta de un personaje, que puede que no exista (o que lo vayas creando en otra persona a la que se parece). Un paisaje puede parecerte más real en un libro que en la realidad. Incluso más bonito. Puedes observar cualquier monumento a la luz de la luna y sin los pesados turistas con sus cámaras compactas y tirando fotos (o pidiéndote que se las tires) a cualquier gilipollez que encuentran por la calle.

A pesar de todo, hay otras dos cosas que se pueden hacer en un autobús de camino a la facultad: La menos habitual en mí pero más reconfortante, dormir, y la que me llevó a estar escribiendo esto ahora: pensar.

Muchas gracias y buena suerte.


La ruleta rusa

viernes, 13 de noviembre de 2009

Nuestra vida, es como una ruleta rusa. Pero no una ruleta rusa normal, no. Nuestro día a día es una pistola cargada con tres balas. Tenemos tres de seis opciones de ganar o perder. Sin embargo, somos nosotros quienes podemos decidir quitarnos la pistola de la cabeza y descargarla. Esto no es desistir, simplemente es no jugársela. Hay otras formas de ganar.

Hoy no escribo más.


Dejá Vu

jueves, 12 de noviembre de 2009

Esta mañana, al salir de clase, nos dirigimos como habitualmente hacia la cafetería. ¿A quién no le apetece una cañita (o una garimbilla) después de tres horas sentado y utilizando el cerebro? También es cierto que algunas veces utilizas el cerebro para pensar en que vas a hacer ese fin de semana o en lo que te dijo esa chica el otro día, pero vamos a suponer que estamos muy atentos siempre.

Pues bien, estando en la cafetería, alguien pregunto por un amigo y, en ese momento, me di cuenta de que aquella escena no era nueva para mí. "¡Ya lo he vivido!" - piensas. Un Dejá Vu. Hace tres o cuatro años yo no tenía ni idea de qué puñetas significaba esa palabra, así que se lo pregunté a alguien con más experiencia que yo y, más o menos, me lo supo explicar. A pesar de todo, cuando realmente comprendí su significado fue viendo la película del mismo título.

Por así decirlo, un Dejá Vu es la experiencia que me ocurrió esta mañana. Estar viviendo algo que ya has vivido antes. Sin embargo, lo que más me llamó la atención de lo de esta mañana fue que me parece recordar que lo soñé. Normalmente, la verdad, no recuerdo lo que he soñado al despertarme. Más que nada, porque me despierto y me vuelvo a dormir hasta que suena la siguiente alarma cinco minutos después; pero hay veces de esas en las que cuando te despiertas por segunda vez te pones a pensar en el sueño que has tenido y a reconstruirlo. Y esta fue una de esas veces. Recuerdo la reconstrucción del sueño y de como era esa escena. No qué personas estaban allí, ni quién me lo preguntaba; pero si recordé el nombre del amigo por el que me preguntaban y pensé: Puede que cuando vaya a la Universidad uno de mis mejores amigos se llame así y, efectivamente, así es.

Por qué tuve ese sueño, no lo se, pero, ¿no os parece algo extraño, fuera de lo normal? Esto no es algo que me ocurra todos los días.

Tal vez, y es algo que me he planteado más de una vez, exista una especie de destino fijado ya para todos, pero si fuera cierto que existe algo así, ¿tiene sentido que nos preocupemos por conseguir las cosas? Supuestamente debería venirnos todo dado o, a lo mejor, el que estudiemos es cosa del destino también.

Hoy me acabé El Alquimista, de Paulo Coelho, y en él habla de una especie de "alma del mundo" por la cual estamos todos conectados y que, a lo largo de nuestra vida nos va mostrando señales hasta que logramos nuestra "Leyenda personal". Yo creo que lo del blog es una de estas señales y no me arrepiento de habérmelo hecho. Tal vez el Dejá Vu de esta mañana también lo hubiera sido cuando tuve ese sueño hará cosa de unos meses. Os invito a vosotros a seguir también esas señales, seguro que nos llevan a todos por buen camino, aunque sea más difícil y menos divertido.

No voy a filosofar más por hoy, así que ya me despido. Muchas gracias a todos y siento no haber podido escribir anoche.


David vs Goliat II

martes, 10 de noviembre de 2009

Os preguntaréis por qué escribo esto tan pronto hoy, encima siendo el segundo día que pongo algo. Pues bien, dentro de unas pocas horas (como otras 79.999 personas) me econtraré disfrutando del inicio del Real Madrid-Alcorcón. Todo el mundo sabe que el Madrid va a ganar el partido y la duda está en si conseguirá pasar la eliminatoria o no; sin embargo, se repite una batalla épica. David contra Goliat II.

En esta metáfora actual de la historia bíblica podemos observar dos partes en vez de una. La historia que conocemos todos es aquella en la que el más pequeño, un simple pastor, derrota a un guerrero gigante con una simple onda. Sin embargo, en esta ocasión, la piedra no ha dado en la cabeza del gigante. Más bien ha acertado en un sitio mucho peor: un ojo, o incluso, en la entrepierna. Claro, ahora que ocurre, David ha vencido a Goliat, sí, lo ha humillado, pero Goliat va a tener una oportunidad para volver atrás y cambiar la historia. Puede, heróicamente, destrozar al pastor o simplemente rendirse y quedarse doliéndose en el frío suelo.

Todos nos preguntamos alguna vez en la vida, otros como yo lo hacemos continuamente, qué hubiera pasado si hubiéramos hecho o dejado de hacer algo. Tal vez recordemos al amigo al que no quisimos llamar esperando que lo hiciera él o aquella chica a la que no nos atrevimos a besar (o llamar al día siguiente). Puede que gritásemos a nuestro mejor amigo y al año no volviéramos a saludarle por una discusión estúpida: Me quitó el último caramelo...

De todas formas, no creo que debamos preocuparnos por esto. El pasado siempre estará ahí, pero no para que recordemos las cosas que hicimos o dejamos de hacer sino para que aprendamos de los errores que cometimos. ¡Por Dios, dejad de arrepentiros de lo que ni siquiera os acordáis que hicisteis! Disfrutad un poco y ya está, eso sí, no olvidéis tampoco que aún queda mucho por vivir y no os apresuréis por hacerlo todo ya. Yo eso es lo que voy a hacer, si os sirve como consejo me alegro, si no, es que sois más listos que yo (lo cual es perfectamente posible) así que espero que me corrijáis.

Muchas gracias y que gane el mejor.


Bienvenidos

lunes, 9 de noviembre de 2009

Esta mañana tuvimos un examen de filosofía política. Esto no es lo importante, pero me lleva hacia el tema sobre el que quería empezar este espacio: ¿Por qué empezar con un blog?

Anoche, a eso de las ocho y media, me cansé de estudiar. Tal vez se debiera a las continuas interrupciones de mi tranquilidad por parte de los vecinos, que se dedicaron toda la tarde del domingo a jugar al Sing Star, o a un "perro fantasma" que andaba pululando por ahí; no lo sé, pero el caso es que fui a buscar a algunos compañeros de la residencia, como todas las noches, y bajamos los primeros a cenar. No daré detalles de la cena, pero puede que algún día que no sepa sobre que escribir os describiré detalladamente sus características.

Tras esto, nos dedicamos a ver el partido que daban en la televisión (seguía sin apetecerme estudiar) y a eso de las once de la noche estaba, como cada día antes de dormir, revisando mi correo y todas esas redes sociales a las que me mantengo conectado continuamente y sin las que, en estos días, no me enteraría de la mitad de las cosas que pasan. Al no estar nadie interesante conectado a esas horas (como ya he dicho, tuvimos hoy un examen así que estarían repasando a última hora) me dirigí a la cama, que aún estaba algo hecha del día anterior. Sí, últimamente creo que hago la cama una vez por semana.

Entonces, en ese momento de reflexión previo al sueño que creo tenemos todos, al menos yo lo tengo, comencé a pensar en esto. ¿Por qué no hacer un blog? En realidad, lo primero que piensas es: ¿Por qué hacerlo? Pero pronto te das cuenta de que tienes que hacértelo. Ya no es porque te vayan a obligar en una asignatura del segundo cuatrimestre (que también, así ya tienes trabajo adelantado) sino que, como dijeron el martes pasado en el congreso ¡Viva el periodismo!, celebrado en la Universidad Carlos III de Madrid, para ser un buen periodista en la actualidad tienes que crear tu propia marca.

Esto es lo que voy a hacer a partir de ahora, comenzar a crear mi propia marca. No creo que sea un proceso fácil y, a ser posible, espero que no disguste o desagrade a ninguno o, si esto sucede, que al menos gracias a ello reflexionen sobre las cosas que les disgustan; sin embargo, a pesar de todo esto, el blog ya está creado y yo ya os he comunicado algo, aunque no os vaya a servir para nada.

Muchas gracias y espero que volváis por aquí.