Como puede que os haya mencionado alguna vez anteriormente, me gusta la fotografía. Es más, podría decir que me encanta. No se si alguno de los que leéis mi foro, diaria o casualmente, seréis aficionados (o profesionales) a la fotografía pero, para los que no lo sean, intentaré explicarlo desde lo más básico.
La fotografía consiste en plasmar una imagen real en un soporte determinado, mediante la captación de la luz por parte de un sensor. Este soporte puede ser digital o analógico por supuesto, aunque dudo que alguno de vosotros conserve una de esas cámaras antiguas. Pues bien, una vez sabemos esto podemos afirmar que una fotografía sería algo así como una representación de una "escena" de la realidad. El problema surge cuando pensamos que esta "escena" es una escena real. Hoy en día, y ayer ya hablaba de ello, mediante el uso de diversos programas (como el Photoshop, Lightroom o incluso el Paint que todos conocemos) podemos distorsionar una de estas escenas tomadas de la vida cotidiana (o no) y convertirla en algo diferente, aunque sea en una pequeña proporción.
Por un momento, nos convertimos en dioses de la escena. El fotógrafo no es el simple autor de una obra, de una fotografía, sino que es su creador. El dueño de su existencia. Somos capaces de convertir a la más guapa en la más fea, aunque casi siempre ocurre de manera contraria, de representar a alguien en los lugares más alejados o incluso, de crear personajes impensables partiendo de un retrato de alguien.
Lo que yo me pregunto es: ¿Es bueno sentirnos dioses aunque se trate de algo que puede no afectar a nadie? No voy a impedir que vosotros también contestéis a esta pregunta pero, en mi opinión, esto nunca puede ser bueno. Al fin y al cabo, y dentro de nuestras limitaciones, todos somos iguales y quienes creen no serlo, ya sea pensando que están por encima o por debajo de los demás, me temo que no se merecen el respeto de nadie.
Muchas gracias.
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