La limpieza de Lisboa

lunes, 4 de enero de 2010

Antes de empezar, quiero felicitar al señor Cameron de nuevo por su estupenda película y por estar ya en beneficios, bueno, que voy a decir si además de recuperar sus 300 millones invertidos ya ha alcanzado el billón de dólares. Sí, señores, 1.000 millones de dólares. 1.000.000.000$ A que suena bien.

De todas formas hoy quería hablar de otra cosa porque hace ya un rato llegué de Lisboa y he venido indignadísimo. Siempre me ha encantado la ciudad y ver como una ciudad que te gusta parece que se cae a trozos es lamentable. Me dolió por dentro, de verdad. Por supuesto, algunas calles y zonas siempre se encuentran en buen estado. Hay casas de gente con más posibilidades y que se preocupa mucho más de la apariencia; sin embargo, en el centro de la ciudad, hay cientos de calles repletas de basura, los cubos donde debería estar guardada parecen haber desaparecido y, los pocos que hay, están repletos y rodeados por bolsas que no caben en su interior.

Innumerables casas se encuentran agrietadas, no por dentro, sino por fuera. La pintura de las casas se cae a cachos y eso hace un efecto que no me gusta nada, a nadie puede gustarle esto. Monumentos que necesitan una restauración urgente se encuentran prácticamente abandonados; sobreviviendo prácticamente de la limosna que los turistas les dan para visitar una u otra parte privilegiada de los mismos. Pintadas en todas las casas, en comercios, en edificios históricos. Por Dios, no me digáis que eso es arte, una obra de arte no puede destruir otras obras, es amoral (y feísimo).

Qué más, obras inacabadas que comenzaron hace meses, incluso comienzan a contarse los años con los dedos de la mano. Obras que deberían terminarse pero que, inexplicablemente parece que cada vez están destinadas a durar más, eternamente parece en ocasiones. El metro, ah el metro, cincuenta años de metro, que no son muchos, no nos ilusionemos. Y menos si en una capital europea y en una de las estaciones más importantes, en la hora punta, el metro pasa... atención... ¡Cada cinco minutos!

¿El problema es la falta de empleo verdad? Entonces yo ya tengo una propuesta para el Gobierno portugués: Contratar barrenderos, recogedores de basura, restauradores de obras de arte; incluso más policías y una mayor vigilancia de los lugares históricos. Dar un lavado de cara a una ciudad que parece que haya sido revolcada por el fango, en repetidas ocasiones y de forma deliberada. Y ya que estamos, a los señores compatriotas que poseen un negocio. Por favor, un poco de estilo y modernidad. Si su cafetería o su bar necesita una reforma, háganlo. Se lo agradeceremos.

1 comentarios:

Beatriz Pascual dijo...

Hola Alberto
el año pasado en semana santa fui a Lisboa y me dio la misma sensación.
Es una pena, parece que quiere reflejarse en los países "del primer mundo" con rascacielos semejantes a los de las afueras, los de la expo, y en el centro, en el casco histórico todo lo que has descrito...Pero intenta reflejarse, no ser porque es imposible que sea. Lo que quiero decir es que Lisboa es Lisboa no Londrés, no es mejor ni peor, pero es. Es una ciudad con sus características con sus obras de arte y es eso lo que debe potenciar. Tal vez debería potenciar su personalidad, ser europeos sí pero sin olvidar que somos españoles o portugueses y que eso es lo que nos caracteriza

El castillo de San Jorge es fantásticopero todo el mundo conoce más la expo. Ambas cosas tienen SU importancia