Cuando las cosas salen bien, todos estamos contentos. Eso sí, cuando salen bien, o cuando no salen como queremos, la cosa se pone más complicada. Es más, la mayoría de veces, las cosas salen de la peor manera posible.
Os voy a contar una historia: Había una vez un hombre bastante rico cuyo hijo se encontraba estudiando letras en la Universidad de Valladolid. Al ser un mal estudiante y suspender continuamente, el padre se vio obligado a retirarle de los estudios ya que no valía para las letras y le dio un burro y un azadón para que trabajara la tierra. El chico, ya que no le gustaba para nada este esfuerzo durísimo, se escapó de casa y marchó a Madrid donde logró ganarse la vida.
Este hombre era el señor José Zorrilla, que precisamente se ganó la vida con la publicación de sus obras, entre ellas la de Don Juan Tenorio. ¿Y no valía para las letras eh?
Existen ocasiones en las que, cuando peor parece que nos van las cosas, en realidad es porque a continuación va a venir algo bueno, incluso muy bueno. Ocurre lo mismo con las tormentas: la calma que las precede no significa que a los pocos minutos no vaya a dejar de llover a cántaros.
De momento las cosas me van bien. Espero que no signifique que dentro de poco vendrá algo malo. De todas formas, yo soy optimista.
2 comentarios:
Ya son muchas las veces en las que te he oído contar esta teoría, que ya casi me atrevería a denominar como "teoría albertina" o "teoría orfaniana", jejeje, pero prefiero haberla leído más desarrollada en tu fantástico blog, sobre todo con el ejemplo tan ilustrativo del gran literato José Zorrilla.
Un abrazo,
Nacho
Es que, tras los acontecimientos acontecidos en el día de hoy, tenía que ponerlo. Y eso que Zorrilla era de Pucela...
Publicar un comentario